Desde su etimología proveniente del latín, se asocia a la tarea del abogado a “interceder o hablar en favor de alguien”. De ese modo, parece interpretarse que el abogado brinda la posibilidad de superar las controversias que se dan en el seno de la sociedad, en tanto esta se rija por el estado de derecho, apelando al criterio irrefutable de la ley. Es imperioso diferenciar la importancia del derecho de la importancia misma de la ley. No es el abogado una fuente de sabiduría eterna cuyo criterio es inapelable para resolver conflictos (como tal vez lo era en el Imperio Romano), sino que es un profundo conocedor del sistema vigente de leyes que se encarga de resolver los eventuales conflictos en favor de lo verdadero, lo lógico y lo razonable.
La figura del abogado se establece en el mundo moderno en oposición al imperio de la violencia y a la descomposición social, como cimiento fundamental en la relación entre las personas, y la obligatoriedad de la ley (que desde algunas corrientes se considera como otra forma de violencia) es prueba del consenso general que existe respecto de las condiciones dignas para sobrevivir.
En el mundo actual, las fuertes desigualdades económicas se trasladan a desigualdades en muchos otros sentidos: el acceso a la ley y a la justicia no está eximido de ello. El derecho de todos los ciudadanos a tener un abogado que lo ponga en conocimiento de su situación y sus posibilidades legales es un acercamiento a la igualdad ante la ley, pese a que en los hechos, en muchos casos los poderosos cuentan con importantes grupos de abogados con una influencia mayor en la justicia. Especialmente en los países donde no existe estado de derecho, la intervención de los abogados de otros países puede contribuir al debilitamiento de dictaduras, y a la lucha contra el avasallamiento de los derechos humanos. El derecho internacional y la Declaración de los Derechos Humanos fue fruto del trabajo de muchos abogados en el siglo XX, lo que es una clara muestra de la importancia de esa profesión. A su vez, el tratamiento jurídico de los crímenes de guerra ha significado un enorme desafío en el marco de esta profesión.
Incluso en actos cotidianos entre particulares o entre empresas y particulares, que no deberían suscitar mayores inconvenientes, los abogados se suelen tornar necesarios. Así, muchos actos comerciales como la compra de inmuebles, automóviles, el alquiler de locales o la contratación de algunos servicios generan inconvenientes que derivan en la intervención de abogados.
Algunos critican a los abogados porque a veces “alientan” la realización de juicios poco justificados o que terminan perjudicando más al demandante que al demandado. Sin embargo, parece muy poco sensato y solidario condenar por ello a la profesión en sí misma.
¡Ahora ayúdanos a divulgar la Importancia de los Abogados!
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